Siempre tuve espíritu viajero. Cuando era pequeña no conseguía imaginarme viviendo en el mismo lugar, en el mismo barrio. La edad me ha dado calma, sigo soñando que estoy en otra piel y cada día reinvento mi existencia muy lejos. Ni siquiera la Navidad me proporciona otro tipo de añoranza, de la que siente todo el mundo sobre su niñez. Alguna vez los recuerdos de cuando era pequeña me han asaltado donde menos lo esperaba. Pero dura poco. Sé que es sólo mi diatriba mental, me gusta zascandilear por cualquier lugar del mundo, con mi imaginación. Siempre he preferido inventar un mundo nuevo, que no comparto con nadie. Estas fotos son de un viaje cercano, cuando me alejo de verdad de todo, no sólo imaginariamente. En los países que visito me gusta soñar con los lugares que habitan otras personas. ¿Querrán estar en mi lugar también esas personas?
Este blog es un sueño cumplido: el sueño de escribir a cualquier hora y desde cualquier sitio.
martes, 27 de diciembre de 2011
martes, 22 de noviembre de 2011
Saber contar
Otoño en la Sierra
Foto: Carmen. |
Hace unos días vi una película de esas que muerden la inspiración. Era una historia dura contada de una forma muy sencilla, como suelen contarse las mejores historias. La clave está en oír como alguien empieza a contarla. La películas que más me gusta empiezan igual, desde ese momento ya me enganchan, al igual que un buen libro.
García Márquez dice que saber contar es un don, o se nace con él o puedes aprender a escribir más o menos bien pero nunca sabrás contar. Hay gente que sin saber leer y escribir, sabe contar. Sabe unir una palabra detrás de otra, una frase detrás de otra, marcando un ritmo que mantiene en vilo al que escucha la historia, lo sumerge en sus entresijos y de pronto, como si de magia se tratase, se ve envuelto por el ambiente del personaje principal. Los relatos se repiten en tu mente después y piensas cómo el autor ha llegado a la misma conclusión que tú, cómo sabe tus pensamientos más íntimos, cómo ha definido con tanta exactitud momentos de tu propia vida.
Pues la última película que he visto es de ese tipo. En una de las secuencias, uno de los personajes secundarios dice a uno de los protagonistas: "El valor, a veces, se salta una generación". Esta es hoy la palabra: Valor.
martes, 1 de noviembre de 2011
Ruidos ...
Acabo de despertar de un sueño a destiempo. Y lo he hecho con la mente poblada de recuerdos. En esta ocasión no han sido los olores, han sido los ruidos. Me había mudado de casa y lloraba desesperadamente por volver a la de mi infancia. Quería seguir escuchando los ruidos de mi barrio, los gritos de los más pequeños jugando, las madres llamándolos para merendar. La tarde cayendo, buscando la noche. Sí, quería seguir escuchando a mi madre trasteando en la cocina, en mis ruidos de la infancia no estaba el televisor encendido, solo un trajinar de labores domésticas que a mí me relajaba. Al fondo, el silencio.
Creo que hay un tiempo en la vida en que alguien hace lo posible porque seamos felices, aunque no lo consiga y, en otra parte de esta misma vida, somos nosotros los que peleamos por hacer felices a otros. ¿Serán los ruidos que yo hago ahora los que llenarán los recuerdos de mis hijos? Parece diferente, hoy hay ordenadores que emiten sus propios sonidos, televisores en las habitaciones. Quizás no nos escuchemos tanto a nosotros mismos, yo lo hago a menudo sobre todo cuando habito en ese estado entre la vigilia y el sueño.
Me parece una foto preciosa....
miércoles, 19 de octubre de 2011
Sobre las nubes
Nubes. He cambiado la foto de entrada porque aquí el otoño no acaba de llegar. Puede que sirva de conjuro y nos traiga un poco de frescor, ya lo estamos necesitando. Y es que, aunque no es el primer año que ocurre, no acabamos de acostumbrarnos a comernos las castañas cuando aún hace color, ni siquiera aquí en el Sur.
Con las estaciones me pasa como con el devenir diario. Cuando espero algo, si no llega, me decepciono, paso el rato como si una tarde de domingo se tratara. Las tardes de domingo sólo son la antesala del comienzo de la semana, deja de existir el día de fiesta y entra en un compás de espera cuya sensación no desaparece hasta bien entrado el lunes. Son decepcionantes.
Me desvié del tema. Decía que me gustan las estaciones, el cambio. No sé si es la costumbre, los recuerdos o el alma inquieta. Conozco a unos cuantos canarios y he descubierto que tienen un carácter muy monótono, como si les faltar pasión. Y estoy convencida de que el carácter viene de la mano del clima, sobre todo desde que viví en Asturias.
Ayyyyyy Asturias! Allí me volví más seria, más triste. No miraba al cielo, me cansé de no ver la luz azul durante meses. Sin embargo, reconozco que después he echado mucho de menos esos días. Hasta ese tiempo, el recogimiento, la lluvia. Hace poco fui a Santiago de Compostela (la segunda vez), a principios de septiembre. Cuando me bajé del avión todos estos recuerdos se me echaron encima después de tantos años. Y todo por el tiempo, el olor, el aire. Hasta tal punto que llegué a afirmar que si algún día tuviera la oportunidad, dividiría mi vida entre el invierno del Norte y la primavera-verano del Sur.
Allí era todo lo contrario, el que se hacia esperar era el verano, han sido los inviernos más largos de mi vida. El frío impregnaba mi alma pero tenía una fuerza aquella tierra... Cuando me viene la añoranza, cierro los ojos y veo una playa en el mes de noviembre, una casa con una cocina de carbón, una anciana encantadora ofreciéndome calor. También veo un faro (Peñas), un acantilado, los percebes, un mar de verdad, fuerte y frío, temperamental.
Cuando eres joven y piensas que la vida seguirá por mucho tiempo; cuando todavía no te ha asaltado la certidumbre de que todo puede terminar en cualquier momento; cuando todavía no has visto morir a alguien que jugó contigo en el colegio o en el zardiné de tu casa; cuando no conoces una palabra tan fea como es alzheimer. Sólo entonces puedes dejar pasar la vida sin aprovechar cada minuto, oler la sal y la humedad, el chorizo ahumado, la hierba "orballada", el mar invernal, la lavanda de una casa que fue un poco tuya.
Y a estas alturas todo queda reducido a la añoranza. Lo dicho, un alma inquieta.
Con las estaciones me pasa como con el devenir diario. Cuando espero algo, si no llega, me decepciono, paso el rato como si una tarde de domingo se tratara. Las tardes de domingo sólo son la antesala del comienzo de la semana, deja de existir el día de fiesta y entra en un compás de espera cuya sensación no desaparece hasta bien entrado el lunes. Son decepcionantes.
Fotos mías un día de principios de septiembre |
Me desvié del tema. Decía que me gustan las estaciones, el cambio. No sé si es la costumbre, los recuerdos o el alma inquieta. Conozco a unos cuantos canarios y he descubierto que tienen un carácter muy monótono, como si les faltar pasión. Y estoy convencida de que el carácter viene de la mano del clima, sobre todo desde que viví en Asturias.
Ayyyyyy Asturias! Allí me volví más seria, más triste. No miraba al cielo, me cansé de no ver la luz azul durante meses. Sin embargo, reconozco que después he echado mucho de menos esos días. Hasta ese tiempo, el recogimiento, la lluvia. Hace poco fui a Santiago de Compostela (la segunda vez), a principios de septiembre. Cuando me bajé del avión todos estos recuerdos se me echaron encima después de tantos años. Y todo por el tiempo, el olor, el aire. Hasta tal punto que llegué a afirmar que si algún día tuviera la oportunidad, dividiría mi vida entre el invierno del Norte y la primavera-verano del Sur.
Allí era todo lo contrario, el que se hacia esperar era el verano, han sido los inviernos más largos de mi vida. El frío impregnaba mi alma pero tenía una fuerza aquella tierra... Cuando me viene la añoranza, cierro los ojos y veo una playa en el mes de noviembre, una casa con una cocina de carbón, una anciana encantadora ofreciéndome calor. También veo un faro (Peñas), un acantilado, los percebes, un mar de verdad, fuerte y frío, temperamental.
Cuando eres joven y piensas que la vida seguirá por mucho tiempo; cuando todavía no te ha asaltado la certidumbre de que todo puede terminar en cualquier momento; cuando todavía no has visto morir a alguien que jugó contigo en el colegio o en el zardiné de tu casa; cuando no conoces una palabra tan fea como es alzheimer. Sólo entonces puedes dejar pasar la vida sin aprovechar cada minuto, oler la sal y la humedad, el chorizo ahumado, la hierba "orballada", el mar invernal, la lavanda de una casa que fue un poco tuya.
Y a estas alturas todo queda reducido a la añoranza. Lo dicho, un alma inquieta.
jueves, 6 de octubre de 2011
"Seguir hambrientos. Seguir alocados"
Muy temprano, antes de iniciar la rutina diaria, leí las primeras o "Inicio" de las webs de El País y El Mundo. Me gusta saber temprano cuáles serán las claves diarias de la actualidad. Ahora no tengo que salir de casa y comprar el periódico, gracias a la magia de internet, cada noche, antes de acostarme, miro la última hora y por la mañana, mientras preparo el café que despierta mis sentidos, le echo un primer vistazo a lo que ha dado de sí el mundo en mis escasas horas de sueño.
En fin, a lo que voy. Hoy me encontré con la muerte de Steve Jobs. Abrían con una foto de él en una de sus comparecencias, no la última, porque todavía no estaba desmejorado. Solo, ante una enorme pantalla. En un escenario, estéticamente sencillo -como todo lo que hacia-, pero contundente. La imagen la asocié con una información de hace unos días, la renovación de un nuevo modelo de teléfono, con más de todo. No atendí a los titulares.
Cuando comprendí lo que había ocurrido pensé que la muerte no sabe de éxitos, de dinero, de posibilidades, no sabe de vida.
He escuchado durante todo el día las informaciones sobre la muerte de Steve Jobs y una de ellas hizo que mi primera cita con el ordenador -después de traer a mi hija del parque- fuera buscar el discurso que este visionario dio en la Universidad de Stanford. Desde que se anunció su muerte había recibido 7 millones de visitas. Me pregunté: ¿de verdad hay tanta gente en el mundo sensible a la muerte de un solo hombre? Mueren 1000 niños diarios o más en Somalia y nos han estado bombardeando cada día del verano con las fotografías de estas muertes en las ediciones de los periódicos. No he escuchado que ninguna imagen de esta tragedia recibiese tantas visitas. Y también cambian el mundo.
De todas formas, después de ver el vídeo -porque la curiosidad ya me podía- reconozco que Jobs no era sólo un visionario sino una persona especial. Ante cientos de estudiantes estadounidenses fue sincero y les recomendó algo muy sencillo que muchos hemos olvidado: hay que seguir la intuición y al corazón. Y, sobre todo, hay que preguntarse cada día si seguiríamos haciendo lo que hacemos si supiésemos que íbamos a morir. Si la respuesta es no, hay que cambiar.
One more thing. Hoy la palabra es cambiar. Y: Seguir hambrientos. Seguir alocados.
miércoles, 28 de septiembre de 2011
Primeras vivencias o...recuerdos
Atardecer en Valdelagrana |
Hablando de recuerdos... A veces hago un gran esfuerzo por poner en pie mis primeras vivencias pero sólo consigo algunos retazos. Mi madre aparece en la mayoría. Uno de los más nítidos es un patio interior, blanco y una mecedora. A mi alrededor macetas de helechos, geranios, gitanillas. El suelo de baldosas amarillas. Al fondo una puerta sin puerta, con una cortinilla. Arriba, en la pared compartida con mi vecina Catalina, un presentimiento de aparición. Lloro sin consuelo ni motivo, un llanto perreoso de niña infeliz, quizás asustada... en una continua búsqueda.
Unos brazos me acunan y un canturreo me hace entrar en el sueño, que no es tal porque mis sentidos están despiertos, atentos a amenazas. Los caniculares, la noche o la Mano Negra vendrá y te llevará... "Vete Mano Negra, que mi niña es buena". Sin embargo, el desconsuelo sigue. No sé bien por qué, todavía a veces lo siento más de 40 años después. Nada me ha librado de él; a veces está más distraído y otras más lleno, pero siempre está. Será una característica de mi alma.
Hoy la palabra será retazos, es de lo que está hecha la vida. Cómo si no recordarla.
martes, 27 de septiembre de 2011
En poco tiempo
El cansancio me puede esta noche. La lucha diaria me deja extenuada y, a pesar, de amar un portal como este, no llego a sus páginas en blanco. Un mes de trabajo intenso y pararé un poco, me tomaré un tiempo para vivir, no para sobrevivir.
Siempre esta hora es la mejor para recordar. El problema es que, a veces, sólo a veces, los recuerdos son un viaje que en la mente quieres seguir por otro camino que no es el escogido. Qué hice bien, qué hice mal? Qué hubiera pasado si... Cómo estaría ahora con... Entonces la imaginación te lleva lejos. A otro país en el que sólo estuve en pensamiento, en deseos, y siento añoranza. No es comprensible porque es difícil sentir añoranza de lo que no se ha vivido, solo imaginado. Pero así es.
Quizás todo suceda porque en el fondo siempre sientes un descontento, una insatisfacción con lo que te tocó vivir. Pero todo fue consecuencia de una elección. Lo único que no se elige es la familia a la que perteneces, no la que tu creas. Tampoco se elige siempre lo que trae el destino. Por ejemplo, la niña de la imagen ha sido una elección, una de las acertadas.
miércoles, 1 de junio de 2011
Bancoderecuerdos.com
He descubierto una página en la red http://www.bancoderecuerdos.com/ que me ha llegado al alma. Según la abres, te encuentras una pared todita llena de cajones en los que los familiares de enfermos de alzhéimer guardan fotografías, recuerdos o vídeos de sus seres queridos aquejados por esta enfermedad. No sé si persistirá en el tiempo pero lo cierto es que se ha convertido en el armario de una memoria colectiva con mensajes que ponen los pelos de punta.
Todos son recuerdos de las relaciones humanas. Primeros amores, amistades perdidas, nacimiento de hijos, yayas añoradas, amores eternos. Algunos, escritos sin pausas, como si quien lo hace temiera que la enfermedad no lo dejase terminar de recordar ese preciso recuerdo. Otros son pequeños homenajes a recuerdos vivos de quiénes padecen al enfermo pero no la enfermedad. Otros son declaraciones de amor sencillas pero seguras de que si la vida se viviera dos veces las decisiones serían las mismas. Son pequeños textos, a veces llenos de faltas de ortografía, pero con una intención clara: conservar parte de la memoría de la persona querida. ¿En qué lugar se quedará lo perdido?
Con esta llave abriréis mi cajón:
http://www.bancoderecuerdos.es/recuerdo4012
Todos son recuerdos de las relaciones humanas. Primeros amores, amistades perdidas, nacimiento de hijos, yayas añoradas, amores eternos. Algunos, escritos sin pausas, como si quien lo hace temiera que la enfermedad no lo dejase terminar de recordar ese preciso recuerdo. Otros son pequeños homenajes a recuerdos vivos de quiénes padecen al enfermo pero no la enfermedad. Otros son declaraciones de amor sencillas pero seguras de que si la vida se viviera dos veces las decisiones serían las mismas. Son pequeños textos, a veces llenos de faltas de ortografía, pero con una intención clara: conservar parte de la memoría de la persona querida. ¿En qué lugar se quedará lo perdido?
Con esta llave abriréis mi cajón:
http://www.bancoderecuerdos.es/recuerdo4012
lunes, 9 de mayo de 2011
Maruja Torres... palabras con alma
Hace años que admiro y leo a Maruja Torres. Siempre me parece que con sus palabras llega al corazón de todo. Despelleja cada palabra para sacarle su contenido y transformarla en algo vivo con significado, significante y alma. Hace unos días, en un espacio que cada domingo dedica a escribir, decía que cuando era una adolescente tenía miedo y solo la lectura la salvó y la hizo fuerte. Saber que otros sienten lo mismo que tú te da fuerzas y te enseña a entender que no estás sola en el mundo.
Algo parecido sentía yo cuando me metía debajo de las sábanas, del "tapijo", para leer con una linterna. Era una adolescente asustada, con apenas recursos, que sentía una necesidad apremiante de leer y escribir. Había noches -casi todas- que la única manera de conciliar el sueño era dejando volar mi alma desosegada. Al hacerlo me daba un nuevo plazo para calcular cuánto me quedaba de vida y si encontraría el mundo de los libros al alcance de mi mano, de mi cuerpo entero.
Aquellas cuatro paredes blancas de una pequeña habitación me asfixiaban y cuanto más corría, más lentos resultaban mis pasos. Sí, la lectura me salvó. Ya entonces pensaba cómo aquel hombre (el escritor) al que no conocía de nada, podía haber sentido lo mismo que yo. Entonces llegaba el momento de fantasear e imaginaba siempre que había una guerra. Era lo único que se me ocurría para desmontar mi vida y salir de aquella situación familiar que me ahogaba.
Lo demás forma parte de los sueños de cada noche. Por la mañana era otra persona que se encaminaba con prisas hacia el instituto, con el miedo de que hubiese desaparecido con los sueños de esa noche.
Algo parecido sentía yo cuando me metía debajo de las sábanas, del "tapijo", para leer con una linterna. Era una adolescente asustada, con apenas recursos, que sentía una necesidad apremiante de leer y escribir. Había noches -casi todas- que la única manera de conciliar el sueño era dejando volar mi alma desosegada. Al hacerlo me daba un nuevo plazo para calcular cuánto me quedaba de vida y si encontraría el mundo de los libros al alcance de mi mano, de mi cuerpo entero.
Aquellas cuatro paredes blancas de una pequeña habitación me asfixiaban y cuanto más corría, más lentos resultaban mis pasos. Sí, la lectura me salvó. Ya entonces pensaba cómo aquel hombre (el escritor) al que no conocía de nada, podía haber sentido lo mismo que yo. Entonces llegaba el momento de fantasear e imaginaba siempre que había una guerra. Era lo único que se me ocurría para desmontar mi vida y salir de aquella situación familiar que me ahogaba.
Lo demás forma parte de los sueños de cada noche. Por la mañana era otra persona que se encaminaba con prisas hacia el instituto, con el miedo de que hubiese desaparecido con los sueños de esa noche.
lunes, 2 de mayo de 2011
Un lunes raro
Hoy es un lunes raro. De esos en los que la Semana no comienza, se hace esperar. Es la fiesta del 1 de Mayo pero no es 1 sino 2. Y hoy parece que se ha cerrado otra página de la historia porque por fin ha desaparecido de la faz de la Tierra un asesino múltiple: Bin Laden. He oído tarde la noticia que, desde la madrugada, abre y casi cierra todos los informativos. Ya he dicho que hoy es un día raro, es fiesta, y por esta razón relajo un poco mi actitud espectante de periodista en activo (por deformación profesional más que por trabajo) y, hasta muy entrada la tarde, no me he enterado de la noticia del día, o de la madrugada.
De tan relajada que estaba no me lo he creído. He visto a cientos de newyorkinos correando "¡USA!" (iu/es/ei) y creí que se trataba de los forofos, seguidores de cualquier equipo de baloncesto americanos que había ganado no sé que final. Me ha costado entender que Bin Landen estaba muerto, sobre todo porque decían que estaba en las profundidades del mar. Pero bueno!, qué significa ésto. Creen los americanos que pueden matar a semejante alimaña que se cargó a miles de personas y nos vamos a conformar con que nos den la noticia sin pruebas, sin ni siquiera una ridícula imagen de su muerte.
Pues así es, de momento al menos. Los informativos han realizado una composición por ordenador de la secuencia del asalto y de la muerte o, mejor dicho, ejecución, del diseñador del atentado de las Torres Gemelas. Precisamente, la zona cero, lugar donde estaban ambas Torres, se ha convertido hoy en centro de peregrinación y manifestación de alegría y dolor. Una mujer mostraba sus emociones encontradas. Decía que había soñado mucho con este momento y ahora estaba triste, desolada porque su hermano no iba a volver.
Ya ven en este mundo, de guerras y calamidades, la venganza servida en plato frío no siempre es decisiva para calmar el dolor de una pérdida. Porque entonces tendríamos todos que ser un poco criminales.
De tan relajada que estaba no me lo he creído. He visto a cientos de newyorkinos correando "¡USA!" (iu/es/ei) y creí que se trataba de los forofos, seguidores de cualquier equipo de baloncesto americanos que había ganado no sé que final. Me ha costado entender que Bin Landen estaba muerto, sobre todo porque decían que estaba en las profundidades del mar. Pero bueno!, qué significa ésto. Creen los americanos que pueden matar a semejante alimaña que se cargó a miles de personas y nos vamos a conformar con que nos den la noticia sin pruebas, sin ni siquiera una ridícula imagen de su muerte.
Pues así es, de momento al menos. Los informativos han realizado una composición por ordenador de la secuencia del asalto y de la muerte o, mejor dicho, ejecución, del diseñador del atentado de las Torres Gemelas. Precisamente, la zona cero, lugar donde estaban ambas Torres, se ha convertido hoy en centro de peregrinación y manifestación de alegría y dolor. Una mujer mostraba sus emociones encontradas. Decía que había soñado mucho con este momento y ahora estaba triste, desolada porque su hermano no iba a volver.
Ya ven en este mundo, de guerras y calamidades, la venganza servida en plato frío no siempre es decisiva para calmar el dolor de una pérdida. Porque entonces tendríamos todos que ser un poco criminales.
sábado, 26 de febrero de 2011
Tarjetas postales desde la infancia
Juan Cruz publica hoy en El País un reportaje de lo que significa la memoria para el ser humano: (http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Somos/infancia/elpepisoc/20110226elpepisoc_1/Tes)
Este fabuloso periodista, hace un recorrido por diversos autores literarios y por expertos partiendo de la presencia de Maragall en los Premios Goya y de su enfermedad, el alzhéimer. Dice que nuestra infancia vuelve a nosotros como postales o, más bien, este pensamiento se lo atribuye a Michael Krüger: "A veces mes escribe la infancia/ una tarjeta postal: ¿Te acuerdas?".
Pero aún me ha impactado más lo siguiente: "Según se pierden recuerdos uno se despide de sí mismo". Mi madre tiene alzhéimer, lleva tres años despidiéndose, no sólo de sí misma sino de todos los que la rodean. De mi se despidió hace tiempo, hoy soy su hermana. Al principio me buscaba en el cuerpo de una niña que ya no existía. Lloró durante semanas su pérdida, ahora se ha acostumbrado y no me nombra. Cuando la abrazo está segura de que su hermana la quiere y, de momento, con eso es feliz.
No se reconoce en el espejo e insiste en que la peinen y la pongan guapa, con pañuelos, pulseras, pendientes. Hasta deja que la empolvemos y le pintemos los labios. Hemos creado un mundo para que esté segura pero, a veces, ella vuelve repentinamente a otra realidad contradictoria que se niega a aceptar la que hemos creado para ella. Y vuelve a llorar y a gritar, y se revela con fuerza. Ha tenido una vida dura y para ella las postales no siempre llegan de un viaje seguro, sino de la desgracia, el padecimiento, la incomprensión, la pobreza y el maltrato. Ojalá hubiese sido diferente para que su mente enferma no le jugase estas malas pasadas.
Este fabuloso periodista, hace un recorrido por diversos autores literarios y por expertos partiendo de la presencia de Maragall en los Premios Goya y de su enfermedad, el alzhéimer. Dice que nuestra infancia vuelve a nosotros como postales o, más bien, este pensamiento se lo atribuye a Michael Krüger: "A veces mes escribe la infancia/ una tarjeta postal: ¿Te acuerdas?".
Pero aún me ha impactado más lo siguiente: "Según se pierden recuerdos uno se despide de sí mismo". Mi madre tiene alzhéimer, lleva tres años despidiéndose, no sólo de sí misma sino de todos los que la rodean. De mi se despidió hace tiempo, hoy soy su hermana. Al principio me buscaba en el cuerpo de una niña que ya no existía. Lloró durante semanas su pérdida, ahora se ha acostumbrado y no me nombra. Cuando la abrazo está segura de que su hermana la quiere y, de momento, con eso es feliz.
No se reconoce en el espejo e insiste en que la peinen y la pongan guapa, con pañuelos, pulseras, pendientes. Hasta deja que la empolvemos y le pintemos los labios. Hemos creado un mundo para que esté segura pero, a veces, ella vuelve repentinamente a otra realidad contradictoria que se niega a aceptar la que hemos creado para ella. Y vuelve a llorar y a gritar, y se revela con fuerza. Ha tenido una vida dura y para ella las postales no siempre llegan de un viaje seguro, sino de la desgracia, el padecimiento, la incomprensión, la pobreza y el maltrato. Ojalá hubiese sido diferente para que su mente enferma no le jugase estas malas pasadas.
viernes, 25 de febrero de 2011
Me faltan horas...
La vida me tiene ocupada y ni de escribir para mi tengo tiempo. Todo lo que he echado de menos siempre tener una plataforma como esta a mi disposición y ahora no llego a ella. Ya ven, no es por pereza solo que a mi día le faltan horas.
El tiempo pasa y se queda, como dice un buen amigo mío, y se nota en cada poro de la piel, en las ojeras, pero también en la prestancia. Llegó el momento de la madurez, la estabilidad. El instante antes de reconocer que un poco más allá está el declive del que eres consciente por parte de lo que te rodea. También porque va fallando la vista y ya no aguantas tantas horas de trabajo sin descansar aunque sea una media hora al día. Al menos, de momento, el optalidón y el colesterol está a raya. Por cierto, he buscado en "San google" la palabra optalidón y he decubierto, 40 años después de ver el primero, que, además de su acción analgésica contiene cafeína. Ahora me explico por qué mi madre decía a media tarde: "Me he tomado un optalidón (bueno decía exactamente ortalidón) y me he puesto más buena".
Me he desviado del tema
...Una vez escuché a otro buen amigo que él fue consciente de que se hacia mayor cuando un día se miró al espejo y reconoció en su imagen a la de su padre. Llevo muchos años reconociéndome en mi madre, no en el espejo pero si en una postura de manos, en la forma de suspirar, en la obsesión por el orden, la limpieza y los olores. Así que o bien llevo muchos años de madurez o soy una imitadora involuntaria. También puede que lo de hacer coincidir la vejez con la semejanza progenitora no se dé en todas las personas.
Pero estoy segura de que si mi amigo lo decía era una realidad porque nadie como él la describía con tan buenas artes. Cuánta emoción siento cada vez que leo aunque sea una carta suya, las tengo guardadas, al igual que sus correos porque es pura literatura. Un día escribiré de las personas especiales que he conocido a lo largo de mi vida. A veces me he sorprendido pensando en que todo hubiese sido distinto sin ellas. Hace más o menos un año me propuse contactar con aquellas que perdí en el camino, además de mantener las que nunca se fueron de mi lado. Hoy he recuperado su esencia y, después de 20 años o más, parece que no ha pasado el tiempo, es como si nos hubiésemos visto la tarde antes para tomar café.
Dario Fo dijo: "Lo que te da la medida de cómo has vivido es lo que le va a faltar al mundo cuando tú ya no estés".
El tiempo pasa y se queda, como dice un buen amigo mío, y se nota en cada poro de la piel, en las ojeras, pero también en la prestancia. Llegó el momento de la madurez, la estabilidad. El instante antes de reconocer que un poco más allá está el declive del que eres consciente por parte de lo que te rodea. También porque va fallando la vista y ya no aguantas tantas horas de trabajo sin descansar aunque sea una media hora al día. Al menos, de momento, el optalidón y el colesterol está a raya. Por cierto, he buscado en "San google" la palabra optalidón y he decubierto, 40 años después de ver el primero, que, además de su acción analgésica contiene cafeína. Ahora me explico por qué mi madre decía a media tarde: "Me he tomado un optalidón (bueno decía exactamente ortalidón) y me he puesto más buena".
Me he desviado del tema
...Una vez escuché a otro buen amigo que él fue consciente de que se hacia mayor cuando un día se miró al espejo y reconoció en su imagen a la de su padre. Llevo muchos años reconociéndome en mi madre, no en el espejo pero si en una postura de manos, en la forma de suspirar, en la obsesión por el orden, la limpieza y los olores. Así que o bien llevo muchos años de madurez o soy una imitadora involuntaria. También puede que lo de hacer coincidir la vejez con la semejanza progenitora no se dé en todas las personas.
Pero estoy segura de que si mi amigo lo decía era una realidad porque nadie como él la describía con tan buenas artes. Cuánta emoción siento cada vez que leo aunque sea una carta suya, las tengo guardadas, al igual que sus correos porque es pura literatura. Un día escribiré de las personas especiales que he conocido a lo largo de mi vida. A veces me he sorprendido pensando en que todo hubiese sido distinto sin ellas. Hace más o menos un año me propuse contactar con aquellas que perdí en el camino, además de mantener las que nunca se fueron de mi lado. Hoy he recuperado su esencia y, después de 20 años o más, parece que no ha pasado el tiempo, es como si nos hubiésemos visto la tarde antes para tomar café.
Dario Fo dijo: "Lo que te da la medida de cómo has vivido es lo que le va a faltar al mundo cuando tú ya no estés".
martes, 11 de enero de 2011
Vide Cor Meum
Con la música me pasa como con los olores: cuando la siento no sé nunca hasta donde me van a llevar mis sensaciones. El pensamiento se vuelve liviano y en segundos me transporta a otro lugar del pasado que fue o que pudo ser. Las emociones se muestran tan a flor de piel que el dolor físico se hace insoportable y el ahogo crece hasta alcanzar el llanto. También puede que sólo salga de este cúmulo de sensaciones un atisbo de sonrisa, al final y solo al final del pensamiento.
Entonces me cuesta dormir. La melodía suena al fondo, insiste en seguir con el desasosiego, viajando por mi mente.Tengo que hacer verdaderos esfuerzos para que caiga en el olvido. Estoy segura de que si no es así, dejará de ser especial . Solo la desbanca la imaginación que ya acude en mi ayuda mostrándome lo que pudo ser, cómo debería haber sido. Es quizás arrepentimiento, la desdicha heredada, la sombra del paso del tiempo. Aunque de la sensación de tristeza, no lo es, al menos del todo. Es como una especie de añoranza rodeada de la ponzoña del sueño.
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