El paso del tiempo

sábado, 26 de febrero de 2011

Tarjetas postales desde la infancia

Juan Cruz publica hoy en El País un reportaje de lo que significa la memoria para el ser humano: (http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Somos/infancia/elpepisoc/20110226elpepisoc_1/Tes)

Este fabuloso periodista, hace un recorrido por diversos autores literarios y por expertos partiendo de la presencia de Maragall en los Premios Goya y de su enfermedad, el alzhéimer. Dice que nuestra infancia vuelve a nosotros como postales o, más bien, este pensamiento se lo atribuye a Michael Krüger: "A veces mes escribe la infancia/ una tarjeta postal: ¿Te acuerdas?".

Pero aún me ha impactado más lo siguiente: "Según se pierden recuerdos uno se despide de sí mismo". Mi madre tiene alzhéimer, lleva tres años despidiéndose, no sólo de sí misma sino de todos los que la rodean. De mi se despidió hace tiempo, hoy soy su hermana. Al principio me buscaba en el cuerpo de una niña que ya no existía. Lloró durante semanas su pérdida, ahora se ha acostumbrado y no me nombra. Cuando la abrazo está segura de que su hermana la quiere y, de momento, con eso es feliz.

No se reconoce en el espejo e insiste en que la peinen y la pongan guapa, con pañuelos, pulseras, pendientes. Hasta deja que la empolvemos y le pintemos los labios. Hemos creado un mundo para que esté segura pero, a veces, ella vuelve repentinamente a otra realidad contradictoria que se niega a aceptar la que hemos creado para ella. Y vuelve a llorar y a gritar, y se revela con fuerza. Ha tenido una vida dura y para ella las postales no siempre llegan de un viaje seguro, sino de la desgracia, el padecimiento, la incomprensión, la pobreza y el maltrato. Ojalá hubiese sido diferente para que su mente enferma no le jugase estas malas pasadas.

viernes, 25 de febrero de 2011

Me faltan horas...

La vida me tiene ocupada y ni de escribir para mi tengo tiempo. Todo lo que he echado de menos siempre tener una plataforma como esta a mi disposición y ahora no llego a ella. Ya ven, no es por pereza solo que a mi día le faltan horas.

El tiempo pasa y se queda, como dice un buen amigo mío, y se nota en cada poro de la piel, en las ojeras, pero también en la prestancia. Llegó el momento de la madurez, la estabilidad. El instante antes de reconocer que un poco más allá está el declive del que eres consciente por parte de lo que te rodea. También porque va fallando la vista y ya no aguantas tantas horas de trabajo sin descansar aunque sea una media hora al día. Al menos, de momento, el optalidón y el colesterol está a raya. Por cierto, he buscado en "San google" la palabra optalidón y he decubierto, 40 años después de ver el primero, que, además de su acción analgésica contiene cafeína. Ahora me explico por qué mi madre decía a media tarde: "Me he tomado un optalidón (bueno decía exactamente ortalidón) y me he puesto más buena". 

Me he desviado del tema

...Una vez escuché a otro buen amigo que él fue consciente de que se hacia mayor cuando un día se miró al espejo y reconoció en su imagen a la de su padre. Llevo muchos años reconociéndome en mi madre, no en el espejo pero si en una postura de manos, en la forma de suspirar, en la obsesión por el orden, la limpieza y los olores. Así que o bien llevo muchos años de madurez o soy una imitadora involuntaria. También puede que lo de hacer coincidir la vejez con la semejanza progenitora no se dé en todas las personas.

Pero estoy segura de que si mi amigo lo decía era una realidad porque nadie como él la describía con tan buenas artes. Cuánta emoción siento cada vez que leo aunque sea una carta suya, las tengo guardadas, al igual que sus correos porque es pura literatura. Un día escribiré de las personas especiales que he conocido a lo largo de mi vida. A veces me he sorprendido pensando en que todo hubiese sido distinto sin ellas. Hace más o menos un año me propuse contactar con aquellas que perdí en el camino, además de mantener las que nunca se fueron de mi lado. Hoy he recuperado su esencia y, después de 20 años o más, parece que no ha pasado el tiempo, es como si nos hubiésemos visto la tarde antes para tomar café.

Dario Fo dijo: "Lo que te da la medida de cómo has vivido es lo que le va a faltar al mundo cuando tú ya no estés".