El paso del tiempo

martes, 22 de noviembre de 2011

Saber contar


Otoño en la Sierra

Foto: Carmen.

Hace unos días vi una película de esas que muerden la inspiración. Era una historia dura contada de una forma muy sencilla, como suelen contarse las mejores historias. La clave está en oír como alguien empieza a contarla. La películas que más me gusta empiezan igual, desde ese momento ya me enganchan, al igual que un buen libro.

García Márquez dice que saber contar es un don, o se nace con él o puedes aprender a escribir más o menos bien pero nunca sabrás contar. Hay gente que sin saber leer y escribir, sabe contar. Sabe unir una palabra detrás de otra, una frase detrás de otra, marcando un ritmo que mantiene en vilo al que escucha la historia, lo sumerge en sus entresijos y de pronto, como si de magia se tratase, se ve envuelto por el ambiente del personaje principal. Los relatos se repiten en tu mente después y piensas cómo el autor ha llegado a la misma conclusión que tú, cómo sabe tus pensamientos más íntimos, cómo ha definido con tanta exactitud momentos de tu propia vida.

Pues la última película que he visto es de ese tipo. En una de las secuencias, uno de los personajes secundarios dice a uno de los protagonistas: "El valor, a veces, se salta una generación". Esta es hoy la palabra: Valor.

martes, 1 de noviembre de 2011

Ruidos ...

Acabo de despertar de un sueño a destiempo. Y lo he hecho con la mente poblada de recuerdos. En esta ocasión no han sido los olores, han sido los ruidos. Me había mudado de casa y lloraba desesperadamente por volver a la de mi infancia. Quería seguir escuchando los ruidos de mi barrio, los gritos de los más pequeños jugando, las madres llamándolos para merendar. La tarde cayendo, buscando la noche. Sí, quería seguir escuchando a mi madre trasteando en la cocina, en mis ruidos de la infancia no estaba el televisor encendido, solo un trajinar de labores domésticas que a mí me relajaba. Al fondo, el silencio.

Creo que hay un tiempo en la vida en que alguien hace lo posible porque seamos felices, aunque no lo consiga y, en otra parte de esta misma vida, somos nosotros los que peleamos por hacer felices a otros. ¿Serán los ruidos que yo hago ahora los que llenarán los recuerdos de mis hijos? Parece diferente, hoy hay ordenadores que emiten sus propios sonidos, televisores en las habitaciones. Quizás no nos escuchemos tanto a nosotros mismos, yo lo hago a menudo sobre todo cuando habito en ese estado entre la vigilia y el sueño.

Me parece una foto preciosa....